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En esta sección encontrarás conferencias, videos, audios, etc. de nuestro V.M. Samael Aun Weor y V.M. Lakhsmi

SEMANA SANTA

Simbolismo de la Semana Santa

Llega la Semana Santa y con ella la primavera. El sol da toda su energía para que toda la naturaleza salga de su letargo o muerte aparente y resucite con todo su esplendor. Ahí está contenido el simbolismo profundo, místico, religioso y esotérico de la Semana Santa, donde el Cristo se sacrifica y resucita, para con ello convertirse en una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a todo el crea en ella y también al que sea capaz de asimilarla.

Cuando uno lee las Epístolas de Pablo el Apóstol, con sorpresa puede uno verificar por sí mismo que rara vez menciona él a Jesús el Gran Kabir o el Cristo histórico. Siempre alude a un Cristo Íntimo.

Todo Hombre que logra asimilarse a la Substancia Cristo se convierte de hecho en un Cristo Viviente.

En la Tierra Santa, el Gran Gnóstico Jesús, educado en la tierra de Egipto, fue quien tuvo la dicha de asimilarse el Principio Crístico Universal y, por ello, mereció ser rebautizado con la Seidad del Fuego y de la Cruz (Khristus).

El Rabí de Galilea es un Dios porque encarnó totalmente al Cristo Cósmico. Hermes, Quetzalcóatl, Krishna… Dioses son porque también encarnaron al Cristo Cósmico.

El nazareno Jesús-Iesús-Zeus es el hombre moderno que encarna totalmente el Principio Crístico Universal. Antes de él muchos Maestros encarnaron ese Principio Crístico del Fuego.

Entre los persas, Cristo es Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de Ahriman (Satán) que llevamos dentro. Entre los indostanes es Krishna el Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Nazaret. Entre los tibetanos Cristo es “Kuan-yin”, la Voz melodiosa, el Ejército de la Voz, el Gran Aliento, el Sol Central, el Logos Solar, el Verbo de Dios. Entre los egipcios, Cristo es Osiris, y todo aquel que lo encarnaba era, de hecho, un Osirificado; Hermes Trismegisto es el Cristo Egipcio, el encarnó a Osiris. Entre los chinos es Fu-Hi el Cristo Cósmico, quien compuso el I-King, libro de las leyes, y nombró ministros Dragones. Entre los Japoneses es Amida, quien tiene el poder de abrir las puertas del Gokurak (el Paraíso). Entre los griegos, el Cristo se llama Zeus, Júpiter, el Padre de los Dioses. Entre los aztecas es Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Entre los Eddas germanos es Balder, el Cristo que fue asesinado por Hoder, Dios de la Guerra, con una flecha de muérdago, etc. Así podríamos citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos invita a aceptar que Cristo es un Principio Cósmico contenido en los principios sustanciales de todas las religiones.

Cuando una forma religiosa ha cumplido su misión se desintegra. Jesús, el Cristo, fue, de hecho, el iniciador de una Nueva Era. Jesús fue una necesidad religiosa de la época.

Fragmentos de la conferencia: «El Cristo Cósmico y la Semana Santa»

EL DRAMA CÓSMICO

LOS TRES TRAIDORES

Obviamente, todo el Drama Cósmico tal como está escrito en los “Cuatro Evangelios”, deberá ser vivido dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Eso no es algo meramente histórico, es algo para vivir ahora y aquí.

El Cristo encarnado en el corazón del Hombre tiene que vivir todo el DRAMA CÓSMICO tal como está estipulado en los Cuatro Libros, los Cuatro Evangelios; tiene que vivirlo dentro de uno aquí y ahora. Y luego que haya pasado por todos esos procesos de los Cuatro Evangelios, entonces tiene que ser juzgado.

Que es amarrado a la columna, ¡es verdad! Que tiene que recibir cinco mil y más azotes, ¡cierto! Que es coronado con su corona de espinas, ¡nadie lo puede dudar! Que es herido, insultado, abofeteado, ¡también es muy cierto! Los Tres Traidores lo juzgan: Pilatos ordena que se le azote (“Ecce Homo”, dice Pilatos; “he ahí al Hombre”). Sufre lo indecible (el Chrestos, el Logos ) cuando se encarna. Los TRES TRAIDORES que crucifican al Cristo, que lo llevan a la muerte, están dentro de nosotros mismos. Los Masones lo conocen, los Gnósticos también los conocemos: JUDAS, PILATOS Y CAIFÁS.

JUDAS es el DEMONIO DEL DESEO que nos atormenta. PILATOS es el DEMONIO DE LA MENTE, que para todo tiene disculpas. Y CAIFÁS es el DEMONIO DE LA MALA VOLUNTAD, quien prostituye el altar, vende los Sacramentos…

JUDAS, el Demonio del Deseo, cambia al Cristo Íntimo por 30 monedas de plata. 3 + 0 = 3. Ésa es la adición kabalística. Es decir, lo cambia por cosas materiales: por la moneda, por los licores, por el lujo, por los placeres animales, por todos los placeres de la Tierra… PILATOS es el Demonio de la Mente. Ése siempre se lava las manos, nunca tiene la culpa, jamás, para todo encuentra una evasiva, una justificación; jamás se siente culpable. Realmente, todo defecto psicológico que nosotros poseemos en nuestro interior vivimos siempre justificándolo, jamás nos creemos culpables. Pilatos siempre justifica sus peores perversidades, busca evasivas, disculpas, no hace frente a sus errores.

Hay personas que me lo han dicho a mí: “Señor, yo creo que soy una persona, pues, buena. Yo no mato, yo no robo, yo soy caritativo, yo no soy envidioso” (es decir, un “dechado de virtudes”; perfectos, según ellos). “¡Ni modo –digo yo–, ante tanta perfección, good bye!”

De manera que miremos las cosas como son, en su crudo realismo. Ese Pilatos siempre se lava las manos, nunca se considera culpable. Y en cuanto a CAIFÁS, el Sumo Sacerdote, yo francamente considero que es el más perverso de todos, traiciona al Cristo Íntimo miserablemente…

Piensen ustedes en lo que es CAIFÁS. El Cristo Íntimo nombra, muchas veces, a un Sacerdote, a un Maestro, un Iniciado para que guíe a sus ovejas, las apaciente; le entrega el mando y lo pone al frente de una congregación, y el tal Sacerdote, o el tal Maestro, etc., o el Iniciado, en vez de guiar a su pueblo sabiamente, vende los Sacramentos, prostituye el Altar, fornica con las devotas, etc., etc., etc. Conclusión: Traiciona al Cristo Íntimo (eso hace Caifás). ¿Es doloroso eso?… ¡Claro, es horrible, es una traición, de lo más sucia que hay! Y no hay duda que son muchas las Religiones que en el mundo se han prostituido, eso es obvio; son muchos los Sacerdotes que han traicionado al Cristo Íntimo. No me refiero a tal o cual secta, no, sino a todas las Religiones del mundo.

Es posible que verdaderos Iniciados que han dirigido grupos esotéricos han sido muchas veces traidores: han traicionado al Cristo Íntimo; y todo esto es doloroso, infinitamente doloroso. Caifás, pues, es de lo más sucio que hay.

Estos Tres Traidores son las TRES FURIAS. Estos Tres Traidores llevan al Cristo Íntimo, pues, al suplicio.

LAS MULTITUDES

Hermanos, recuerden que multitudes de personas, multitudes de gentes, piden la crucifixión del Señor. Todas esas multitudes que gritan “¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”, que piden la crucifixión del Cristo, están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Son los agregados psíquicos inhumanos que en nuestro interior cargamos, son todos esos elementos psíquicos indeseables que llevamos dentro, los DEMONIOS ROJOS DE SETH, viva personificación de todos nuestros defectos de tipo psicológico. Son ellos los que gritan “¡Crucifixia! ¡Crucifixia! ¡Crucifixia!”. Y el Señor es entregado a la muerte.

¿Quiénes le azotan? No son acaso las “multitudes” que llevamos en nuestro interior ¿Quiénes le escupen? ¿No son todos esos agregados psíquicos que personifican nuestros defectos? ¿Quiénes ponen sobre Él la corona de espinas? ¿No son acaso todos esos engendros del Infierno que nosotros hemos creado?

LAS TRES CLASES DE HOMBRES QUE LO ODIAN

No olviden ustedes que cada vez que el Señor de Compasión viene al mundo, es odiado por tres clases de hombres.

Al HIJO DEL HOMBRE lo condenan tres clases de gentes: primera, los SACERDOTES del Templo, es decir, las Religiones de todas las épocas y los devotos de todos los tiempos.

Segundo, lo condenan los ESCRIBAS, es decir, los intelectuales de su tiempo… Ésos son los famosos “virtuosos” que condenan a los Iniciados.

Tercero, los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias, muy “juiciosas”, con muchas “virtudes”, ésas lo juzgan a través de su propio “lente psicológico”, lo mal entienden y le excomulgan…

Los SACERDOTES, las gentes de todas las religiones, de todos los cultos, ven en él un peligro para sus respectivas sectas.

Los ESCRIBAS, los intelectuales, los que están apegados a tantos códigos de moral podrida, cada vez que el Señor de Gloria ha venido al mundo, han estado contra él, lo odian mortalmente, porque no encaja dentro de sus teorías, significa un peligro para sus sistemas, para sus sofismas, etc.

Los ANCIANOS, las gentes llenas de experiencias dicen: “Ese hombre está loco, vean lo que trae, oigan lo que está diciendo, no está de acuerdo con lo que nosotros pensamos, tenemos experiencia, este hombre perjudica, daña”. Los Ancianos, las gentes muy juiciosas, muy llenas de experiencia, no entienden jamás a los Iniciados.

Así que, hermanos, en realidad de verdad, el Hijo, el Chrestos encarnado, es odiado por las multitudes, odiado por los Sacerdotes, abominado por los Escribas y repudiado por los Ancianos. No encaja el Chrestos dentro de los moldes humanos; por eso es rechazado.

El Chrestos es revolucionario por naturaleza, terriblemente rebelde, y está más allá del Bien y del Mal: No lo comprenden las Fuerzas del Bien, lo odian las Fuerzas del Mal; actúa en consonancia con eso que podríamos denominar, nosotros, “COMPRENSIÓN INDIVIDUAL PROFUNDA”

Fragmento de la Conferencia:
“El Cristo Cósmico y la Semana Santa”,
Samael Aun Weor

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EL NIVEL DEL SER

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos?, ¿Para dónde vamos?, ¿Para qué vivimos?,
Por qué vivimos?…
Incuestionablemente el pobre «Animal Intelectual» equivocadamente llamado
hombre, no sólo no sabe, sino además ni siquiera sabe que no sabe…
Lo peor de todo es la situación tan difícil y tan extraña en que nos encontramos,
ignoramos el secreto de todas nuestras tragedias y sin embargo estamos
convencidos de que lo sabemos todo… 8
Llévese un «Mamífero Racional», una persona de esas que en la vida presumen de
influyentes, al centro del desierto del SAHARA, déjesele allí lejos de cualquier
Oasis y obsérvese desde una nave aérea todo lo que sucede…
Los hechos hablaran por si mismos; el «Humanoide Intelectual» aunque presuma
de fuerte y se crea muy hombre, en el fondo resulta espantosamente débil…
El «Animal Racional» es tonto en un ciento por ciento; Piensa de si mismo lo
mejor; cree que puede desenvolverse maravillosamente mediante el
KINDERGARTEN, Manuales de Urbanidad, Primarias, Secundarias, Bachillerato,
Universidad, el buen prestigio del papá, etc., etc., etc.
Desafortunadamente, tras de tantas letras y buenos modales, títulos y dinero,
bien sabemos que cualquier dolor de estómago nos entristece y que en el fondo
continuamos siendo infelices y miserables…
Basta leer la Historia Universal para saber que somos los mismos bárbaros de
antaño y que en vez de mejorar nos hemos vuelto peores…
Este siglo XX con toda su espectacularidad, guerras, prostitución, sodomía
mundial, degeneración sexual, drogas, alcohol, crueldad exorbitante, perversidad
extrema, monstruosidad, etc., etc., etc., es el espejo en que debemos miramos;
no existe pues razón de peso como para jactarnos de haber llegado a una etapa
superior de desarrollo…
Pensar que el tiempo significa progreso es absurdo, desgraciadamente los
«ignorantes ilustrados» continúan embotellados en el «Dogma de la Evolución»…
En todas las páginas negras de la «Negra Historia» hallamos siempre las mismas
horrorosas crueldades, ambiciones, guerras, etc.
Sin embargo nuestros contemporáneos «Súper-civilizados» están todavía
convencidos de que eso de la Guerra es algo secundario, un accidente pasajero
que nada tiene que ver con su tan cacareada «Civilización Moderna»
Ciertamente lo que importa es el modo de ser de cada persona; algunos sujetos
serán borrachos, otros abstemios, aquellos honrados y estos otros sinvergüenzas;
de todo hay en la vida…
La masa es la suma de los individuos; lo que es el individuo es la masa, es el
Gobierno, etc.
La masa es pues la extensión del individuo; no es posible la transformación de las
masas, de los pueblos, si el individuo, si cada persona, no se transforma…
Nadie puede negar que existen distintos niveles sociales; hay gentes de iglesia y
de prostíbulo; de comercio y de campo, etc., etc., etc.
Así también existen distintos Niveles del Ser. Lo que internamente somos,
espléndidos o mezquinos, generosos o tacaños, violentos o apacibles, castos o
lujuriosos, atrae las diversas circunstancias de la vida…
Un lujurioso atraerá siempre escenas, dramas y hasta tragedias de lascivia en las
que se verá metido…
Un borracho atraerá a los borrachos y se verá metido siempre en bares y
cantinas, eso es obvio… 9
¿Qué atraerá el usurero, el egoísta? ¿Cuántos problemas, cárceles, desgracias?
Sin embargo la gente amargada, cansada de sufrir, tiene ganas de cambiar,
voltear la página de su historia…
¡Pobres gentes! Quieren cambiar y no saben cómo; no conocen el procedimiento;
están metidas en un callejón sin salida…
Lo que les sucedió ayer les sucede hoy y les sucederá mañana; repiten siempre
loa mismos errores y no aprenden las lecciones de la vida ni a cañonazos.
Todas las cosas se repiten en su propia vida; dicen las mismas cosas, hacen las
mismas cosas, lamentan las mismas cosas…
Esta repetición aburridora de dramas, comedias y tragedias, continuará mientras
carguemos en nuestro interior los elementos indeseables de la Ira, Codicia,
Lujuria, Envidia, Orgullo, Pereza, Gula, etc., etc., etc.
¿Cuál es nuestro nivel moral?, o mejor dijéramos: ¿Cuál es nuestro Nivel del Ser?
Mientras el Nivel del Ser no cambie radicalmente, continuará la repetición de
todas nuestras miserias, escenas, desgracias e infortunios…
Todas las cosas, todas las circunstancias, que se suceden fuera de nosotros, en el
escenario de este mundo, son exclusivamente el reflejo de lo que interiormente
llevamos.
Con justa razón podemos aseverar solemnemente que lo «exterior es el reflejo de
lo interior».
Cuando uno cambia interiormente y tal cambio es radical, lo exterior, las
circunstancias, la vida, cambian también.
He estado observando por este tiempo, (Año 1974), un grupo de gentes que
invadieron un terreno ajeno. Aquí en México tales gentes reciben el curioso
calificativo de «PARACAIDISTAS».
Son vecinos de la colonia campestre Churubusco, están muy cerca a mi casa,
motivo este por el cual he podido estudiarlos de cerca…
Ser pobres jamás puede ser delito, más lo grave no está en eso, sino en su Nivel
de Ser…
Diariamente se pelean entre si, se emborrachan, se insultan mutuamente, se
convierten en asesinos de sus propios compañeros de infortunio, viven
ciertamente en inmundas chozas dentro de las cuales en vez de amor reina el
odio…
Muchas veces he pensado en que si cualquier sujeto de ésos, eliminara de su
interior el odio, la ira, la lujuria, la embriaguez, la maledicencia, la crueldad, el
egoísmo, la calumnia, la envidia, el amor propio, el orgullo, etc., etc., etc.,
gustaría a otras personas, se asociaría por simple Ley de Afinidades Psicológicas
con gentes más refinadas, más espirituales; esas nuevas relaciones serían
definitivas para un cambio económico y social…
Seria ese el sistema que le permitiría a tal sujeto, abandonar la «cochera», la,
«cloaca» inmunda… 10
Así pues, si realmente queremos un cambio radical, lo que primero debemos
comprender es que cada uno de nosotros (ya sea blanco o negro, amarillo o
cobrizo, ignorante o ilustrado, etc.), está en tal o cual «Nivel del Ser».
¿Cuál es nuestro Nivel de Ser? ¿Habéis vosotros reflexionado alguna vez sobre
eso? No sería posible pasar a otro nivel si ignoramos el estado en que nos
encontramos.

Extracto del Libro «Psicología Revolucionaria» por Samael Aun Weor

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EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA

Es urgente que sepamos que la humanidad vive con la conciencia dormida.

Las gentes trabajan soñando, las gentes andan por las calles soñando, las gentes nacen, viven y mueren soñando.

Cuando hemos llegado a la conclusión de que todo el mundo vive dormido, comprendemos la necesidad de despertar. Necesitamos el despertar de la conciencia, queremos el despertar de la conciencia.

Las gentes confunden a la conciencia con la inteligencia o con el intelecto y a la persona muy inteligente o muy intelectual, le dan el calificativo de muy consciente. Nosotros afirmamos que la conciencia en el hombre es fuera de toda duda y sin temor a engañarnos una especie muy particular de «aprehensión» de conocimiento interior, totalmente independiente de toda actividad mental.

La facultad de la conciencia nos da conocimiento íntegro de lo que es, de donde está, de lo que realmente se sabe, de lo que ciertamente se ignora.

La sicología revolucionaria enseña que sólo el hombre mismo puede llegar a conocerse a sí mismo.

Sólo nosotros podemos saber si somos conscientes en un momento dado o no. El hombre mismo y nadie más que él puede darse cuenta por un instante, por un momento de que antes de ese instante, antes de ese momento, realmente no era consciente tenía su conciencia muy dormida, después olvidará esa experiencia o la conservará como un recuerdo, como el recuerdo de una fuerte experiencia.

Es urgente saber que la conciencia en el animal racional no es algo continuo, permanente. Normalmente la conciencia en el animal intelectual llamado hombre, duerme profundamente.

Raros, muy raros son los momentos en que la conciencia está despierta; el animal intelectual trabaja, conduce carros, se casa, muere, etc., con la conciencia totalmente dormida y sólo en momentos muy excepcionales despierta.

La vida del ser humano es una vida de sueño, pero él cree que está despierto y jamás admitiría que está soñando, que tiene la conciencia dormida. Si alguien llegara a despertar, se sentiría espantosamente avergonzado consigo mismo, comprendería de inmediato su payasada, su ridiculez. Esta vida es espantosamente ridícula, horriblemente trágica y rara vez sublime. La enseñanza gnóstica tiene por objeto despertar conciencia. De nada sirven diez o quince años de estudios en la escuela, el colegio y la universidad, si al salir de las aulas somos autómatas dormidos. No es exageración afirmar que mediante algún gran esfuerzo puede el animal intelectual ser consciente de sí mismo tan sólo por un par de minutos.

Extracto del Libro «El Despertar del Hombre» por Samael Aun Weor

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